Mujeres rurales: romper con la dependencia económica para salir de la violencia de género
“La dependencia económica nos condiciona a mantener relaciones de pareja donde hay violencia, requerimos oportunidades para iniciar y fortalecer nuestros emprendimientos agroproductivos, y desarrollarnos como mujeres rurales con respeto a nuestros derechos”.
En esos términos se pronunció con ocasión del 25 de noviembre la presidenta de la Asociación Provincial de Productoras Agroecológicas de Quispicanchi (APPEQ), Maribel Palomino, en la ciudad de Cusco.
Efectivamente, Cusco es una de las regiones con mayor violencia de género y también con amplia población rural, cerca del 40% según el Censo Nacional de Población y Vivienda del 2017, siendo la mitad mujeres, quienes experimentan profundas brechas de género en cuanto a la salud, el empleo, los ingresos, el acceso y control de medios de vida como la tierra y el agua.
“En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, hacemos un llamado a nuestras autoridades distritales, provinciales, regionales y de la Nación a que inviertan en nosotras las mujeres rurales para alcanzar la igualdad de género, de esa forma se podrá prevenir la violencia que es pan de cada día en nuestras comunidades”, sostuvo Palomino.
La lideresa agroecológica, reelegida presidenta de la APPEQ, lamentó que Cusco ocupe el tercer lugar a nivel nacional en casos denunciados por violencia a las mujeres y también de feminicidios.
Al 2022, según la Encuesta Nacional Demográfica y de Salud Familiar (ENDES), el 56% de mujeres en relación de pareja había sufrido violencia. De ese porcentaje, el 53% se dio en zonas rurales. Y, específicamente en el caso de la región Cusco, la tasa fue de 60.4% de mujeres entre los 15 y 49 años afectadas por este grave problema.
“La violencia que sufrimos las mujeres rurales atenta con nuestros derechos, causa embarazos y maternidades no deseadas, inclusive de niñas y adolescentes, quienes se ven forzadas a interrumpir sus planes de vida y se colocan en riesgo de reproducir la pobreza”, remarcó la lideresa de la APPEQ.
Explicó que en las comunidades campesinas todavía prevalecen ideas machistas, opuestas al reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres, que naturalizan el rol sumiso y de dependencia en relación a los hombres, en la idea de que su desempeño debe centrarse en el ámbito de la familia.
“Si bien hemos ido abriendo los ojos y somos más las que conocemos y hacemos valer nuestros derechos gracias a instituciones como el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, es necesario que nuestras autoridades se involucren más en esta tarea de erradicar las diferentes formas de la violencia contra nosotras, porque es su obligación”, subrayó.