“Con organización lograremos nuestros objetivos”: productora de Cusco tras pasantía a Colombia

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Viajar de Cusco hasta el Valle del Cauca en Colombia para conocer las experiencias de mujeres rurales emprendedoras ha reafirmado en Haydé Flores y Pascuala Ninantay, agricultoras formadas en la Escuela Agroecológica del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, la apuesta por las prácticas agrícolas sostenibles y el desarrollo rural con igualdad de género.

Ambas son mujeres vinculadas a la agricultura familiar, actividad de la que depende su sustento diario y con la que contribuyen a la alimentación de sus familias y comunidades desde una perspectiva de empoderamiento como ciudadanas, haciendo frente a diversos obstáculos derivados de la falta de atención del Estado, la desigualdad de género y el cambio climático.

“Esta ha sido una experiencia muy valiosa para Pascuala que proviene de la comunidad de Huasao en Oropesa, en la provincia de Quispicanchi, y para Haydé que es de la comunidad de Umachurco de la provincia de Calca, porque les permite constatar que las mujeres agricultoras rurales comparten problemas y desafíos comunes, así como propuestas para salir adelante”, refirió Katherine Pozo, integrante del Programa de Desarrollo Rural en Cusco del CMP Flora Tristán, quien acompañó a las dos productoras en la pasantía a Colombia.

La actividad, realizada del 9 al 13 de setiembre en el marco del proyecto Experiencias de mujeres rurales andinas que mejoran vidas: diálogo de saberes, apoyada por la Embajada de Francia en Perú, implicó la visita a varios municipios en el Valle del Cauca con el acompañamiento del Instituto Mayor Campesino (IMCA), de la orden de los Jesuitas.

En el recorrido por los municipios de Ginebra, Florida y Trujillo conocieron experiencias lideradas por mujeres rurales en la producción y transformación de productos medicinales, comercialización de productos agroecológicos; desarrollo de una agroferia y de la producción láctea; y la gestión comunitaria del agua.

“Valoro mucho esta pasantía a Colombia donde he visto cómo la organización de las mujeres rurales es necesaria para lograr metas y objetivos comunes, y que puede cambiar vidas y comunidades, más en zonas donde ha habido tanta violencia interna en los territorios”, afirmó Haydé Flores, de la comunidad de Umachurco.

Las productoras de Cusco recorrieron el Sendero de la Memoria en el municipio de Trujillo, donde se produjeron hechos de violencia contra la población civil, sobre todo campesina en la década del noventa, y donde en la actualidad se ha alzado un memorial para recordar a las víctimas.

Para Pascuala Ninantay, de la Asociación Provincial de Productoras Ecológicas de Quispicanchi (APPEQ), lo más impresionante fue que sus pares de Colombia hayan logrado exportar sus productos. “Ellas tienen su propio banco para apoyarse con capital, son empresarias y han conseguido un mercado para sus productos”, sostuvo.

“Sin suelos fértiles, semillas y agua es imposible desarrollar la agricultura familiar, que es la base de la soberanía alimentaria y donde las mujeres venimos haciendo aportes importantes, por eso para nosotras es clave cuidar nuestro territorio y nuestros recursos y que se nos garanticen nuestros derechos para un pleno desarrollo de las mujeres agricultoras”, remarcó.

Katherine Pozo destacó la seriedad y compromiso de las productoras cusqueñas, de IMCA y de las organizaciones de mujeres de los tres municipios del Valle del Cauca que hicieron de la pasantía un real intercambio de saberes entre mujeres rurales que luchan por sacar adelante a sus familias en la perspectiva de un desarrollo rural sin discriminaciones.