Los riesgos de desastre por el cambio climático afectan más a las mujeres rurales
Con el proyecto «Agricultoras rurales sembrando agua para la seguridad alimentaria y la prevención de riesgos de desastres frente al cambio climático en Quispicanchi-Cusco», el Centro de la Mujer Peruana está abordando desde los enfoques de género y derechos una realidad altamente preocupante en las zonas rurales del país.
Gracias al apoyo de Mission 21, organización suiza de cooperación al desarrollo, el Programa de Desarrollo Rural (PDR) de la institución feminista ha puesto en marcha un trabajo que cubre el periodo de agosto a diciembre del 2024, que tiene por finalidad reducir la vulnerabilidad de las mujeres agricultoras y de sus familias en las comunidades de Huasao (Oropesa) y Muñapata (Urcos), en la provincia de Quispicanchi, Cusco.
En estos territorios se ha incrementado el riesgo de la inseguridad alimentaria e hídrica debido a las sequías que han recrudecido en intensidad y frecuencia debido al cambio climático, a lo que se suma la ocurrencia de incendios forestales que, en lo que va del presente año, casi han llegado a 300 en la región cusqueña.
“La reducción de riesgos de desastre asociados al cambio climático implica su gestión a fin de poder identificarlos, evaluarlos y disminuirlos. Para ello partimos de un análisis de género que nos permite identificar que mujeres y hombres experimentan esta situación de manera diferenciada debido a las desigualdades de poder entre ambos y la división sexual del trabajo”, sostuvo Elena Villanueva, responsable del PDR.
En esa perspectiva, realizaron un estudio participativo de carácter cualitativo en las dos comunidades, que permitió identificar los mayores riesgos que percibe la población, así como los impactos en las comunidades y de manera diferenciada por género.
Los resultados evidenciaron que son las sequías, incendios forestales y granizadas los eventos climáticos que más temor generan entre hombres y mujeres por los peligros y riesgos asociados con la pérdida de sus cultivos, reducción de alimentos, daños a la salud, afectaciones a sus viviendas y biohuertos, enfermedad y mortandad en sus animales, entre otros.
En las dos zonas del proyecto, la actividad agropecuaria es el principal sustento de las familias. Los hombres de dedican a la producción de tubérculos y maíz, considerados los cultivos principales, y al manejo de los animales vacunos; mientras que las mujeres laboran en la agricultura familiar de hortalizas, plantas aromáticas y medicinales, y animales menores.
Además de desempeñar roles productivos en todo el ciclo agrícola, pues también participan en la producción de papa, oca, arracacha y los diversos granos de maíz, así como en su transformación, las mujeres son las responsables de las tareas de cuidado, en las que los hombres no suelen involucrarse.
“La vigencia de estos roles tradicionales de género trae como consecuencia que el impacto de las sequías, incendios forestales y granizadas sea mayor en la vida y bienestar de las mujeres, pues se incrementa su carga global de trabajo ya que son las responsables de proveer el alimento y garantizar los cuidados de la familia y personas dependientes, y se afecta su salud integral”, explicó Villanueva.
Los resultados del estudio, que incluyen las propuestas desde las propias mujeres y hombres, han sido la base para el desarrollo de las estrategias y actividades del proyecto, orientadas a sensibilizar a la población y a fortalecer su capacidad de respuesta, atendiendo la desigualdad de género en ello; así como a los titulares de obligaciones de ambos distritos, Oropesa y Urcos.