Mujeres productoras rurales defensoras de la madre tierra
“Si no cuidamos la tierra, el agua, no tendríamos con qué vivir; la Pachamama nos da generosamente lo que necesitamos y nosotras cuidamos y protegemos a nuestra madre tierra”, sostuvo Pascuala Ninantay, productora agroecológica de la comunidad de Huasao en Oropesa (Quispicanchi-Cusco).
En el Día Internacional de la Tierra este 22 de abril, las palabras de la lideresa agroecológica son claves para comprender el aporte de las mujeres rurales a la conservación del planeta a partir de la relación que sostienen con la naturaleza, tomando de ella lo que necesitan para su sustento, alejadas por completo de lógicas mercantilistas y de explotación que la están destruyendo.
“El cambio climático es resultado de acciones humanas que han dado lugar a este modelo económico insostenible que tanto daño está haciendo a nuestro planeta, y pese a que las poblaciones rurales y en particular las mujeres no son responsables de ello, son quienes están pagando las consecuencias”, indicó Elena Villanueva, responsable del Programa de Desarrollo Rural del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán.
Y son también -agregó- quienes están impulsando acciones en sus diferentes territorios, como en Cusco, donde están desarrollando prácticas agroecológicas basadas en sus saberes y conocimientos ancestrales, que son un aporte al desarrollo sostenible en un contexto de buen vivir en las comunidades, es decir, en base a la solidaridad, el compartir y el respeto entre mujeres y hombres, sin violencia de género.
En las provincias de Quispicanchi y Calca, en Cusco, la institución feminista está promoviendo el acceso de las mujeres rurales a la tierra y al agua, así como al control y toma de decisiones sobre estos bienes, como parte de su ejercicio de ciudadanía y ejercicio de derechos que las encamina hacia la participación organizada con sus propuestas en sus localidades.
Como sostiene Pascuala Ninantay, con la agroecología las mujeres productoras rurales están contribuyendo a que las semillas nativas no desaparezcan y se sigan reproduciendo para que la biodiversidad alcance no solo a este presente, sino al futuro. “Así nuestra Pachamama seguirá viva”, sostiene.
Restaurar los ecosistemas es imprescindible para que existan las diferentes formas de vida en nuestro planeta, y en esa línea se coloca el aporte de las mujeres que con su práctica agroecológica lograr regenerar los suelos, recuperar las fuentes de agua y alimentar a sus comunidades con productos libres de agroquímicos.
“Desde nuestra institución reconocemos este trabajo sostenido de las mujeres y abogamos por la justicia climática de género para que las autoridades locales y del gobierno central coloquen su bienestar y desarrollo integral como una prioridad”, remarcó Villanueva, especialista de la organización feminista.